Jaime Balmes, egregio filósofo y sacerdote ejemplar, nació en Barcelona España 1810 – 1848 en su Tratado General de Ética, en defensa del hombre y los valores que revolotean a su alrededor, señala con suma claridad, «que la regla de lo moral no es el interés privado. Al desaparecer el interés privado, se ofrece, desde luego el común.
¿Qué es la utilidad? Es el valor de un medio para lograr un fin, según sea el fin será la utilidad. Luego la inteligencia no es la moralidad; luego la perfección del entendimiento no es la regla de la moral. Una alta inteligencia puede concebirse con profunda inmoralidad; en cuyo caso, lejos que la evaluación de la primera excuse a la segunda, la hace más culpable, la falta es tanto mayor cuanto más claro es el conocimiento de ella se trae.»
Reflexión: a muchos les he escuchado decir, de conocidos políticos y empresarios, alabar, admirar esa cualidad incondicionalmente, de su inteligencia, para justificar su inmoralidad, su falta de ética; afirmando que hizo obra, sin importarle si robó los dineros del Estado que pertenecen a todos los ciudadanos que pagan impuestos y que atentan contra el bien común, perjudicando a los más pobres y al desarrollo del país.
La esencia de la política es el bien común; lo mismo para la economía: la justa distribución de la riqueza. La especia humana desde la época en que el hombre del Cromañón habitaba en las cavernas, y para sobrevivir, por su condición de ser un animal social (Aristóteles). El bípedo implume progresó por el valor de la solidaridad, bien común. Hoy los humanos somos llamados homo sapiens, que tiene el privilegio de la inteligencia y de la espiritualidad; «podemos decir que la moralidad es un hecho primitivo del alma, y que su valor intrínseco depende de nuestra naturaleza racional» J. Balmes.
Que el año 2020 se profundice y se acelere la lucha contra la corrupción, llevando a todos los corruptos con las pruebas presentadas por los fiscales, verificadas, que cometieron hechos delictivos a sabiendas que era un acto inmoral. Próximo al juicio oral, los jueces, aplicando la ley, emitan la sentencia de la privativa libertad. A la cárcel con los corruptos a cumplir su condena.